PEC1- Reflexión personal

Hola, compañeros:

Esta primera actividad me ha llevado a reflexionar sobre el arte de mostrarnos como nuestra mejor versión. La realidad es que, al menos en mi caso, no suelo utilizar escaparates para promocionarme en ningún ámbito de la vida. Además, la inexperiencia y la inseguridad a menudo se apoderan de mí.

A pesar de todo, soy consciente de mis habilidades y me empodero a través de realzarlas y darles crédito. No creo que realzar nuestros puntos fuertes y omitir nuestras flaquezas sea mentir, siempre y cuando aquello que no se nos dé bien no sea esencial para el puesto de trabajo . Esta es mi postura: debemos transmitir nuestras habilidades técnicas, aquellas que son indispensables para el desarrollo del trabajo y no tienen que ver con nuestras capacidades adaptativas o aspectos extracurriculares (uso de programas informáticos, capacidad de resolución de disonancias surgidas al traducir de una lengua a otra, especializaciones en ciertos ámbitos de traducción…) y aquellas que tienen que ver con nuestra adaptación al trabajo, como la gestión, la proactividad, la coordinación, la comunicación y la capacidad para cumplir plazos. En cuanto a nuestras cualidades más personales, serán positivas cuando la empresa a la que nos dirijamos siga un proyecto político o social como ruta de camino.

Especialmente en nuestro caso como traductores, considero que debemos potenciar habilidades diferenciales. Mucha es la competencia en este sector, así que, si no trabajamos con lenguas minoritarias o nicho, no sabemos sobre subtitulación, interpretación, localización, posedición o no tenemos ni idea de Procesamiento de Lenguaje Natural, debemos recalcar otros aspectos sobre nuestras macrocompetencias más sólidas. Por eso, hablar de nuestras capacidades de liderazgo, resolución y comunicación de problemas o coordinación de equipos, no es ninguna tontería. El mundo en el que vivimos cada vez tiene más capacidad de respuesta frente a retos cognitivos o técnicos, pero la complejidad del mismo demanda habilidades más “humanas” que no se pueden enseñar ni entrenar.

En resumen, la capacidad de la imagen personal para influir en el proceso de contratación en la búsqueda de empleo no debería ser nunca un requisito indispensable. Afortunadamente, la discriminación por motivos exógenos a las competencias y conocimientos del potencial candidato, como su aspecto físico, edad, género, orientación sexual o religión, es cosa del pasado. Vivimos en un mundo en constante cambio que valora la “diferencia” o la “individualidad” como un activo importante y muchas veces buscado por parte de las empresas. La tendencia es buscar un mundo más justo donde las desigualdades sean vencidas, lo que nos afecta a nosotros los traductores, que vivimos del contexto del mundo que deseamos explicar.

Por último, estoy a favor de ajustarme a las convenciones de trato, normas, requerimientos específicos de cada empresa y condiciones concretas siempre que no sienta que me menosprecian o rebajan mis capacidades reales. Esto no solo implica las condiciones laborales como el salario o el tipo de tarea desempeñada, sino también el tiempo de calidad que me queda fuera del trabajo, la estabilidad y el buen ambiente laboral.

Todo dicho.